Hay quienes dicen que para ganarse el cielo primero hay que atravesar el infierno,
y si hay alguien que tenga mérito por hacerlo en medio del frívolo mundo del espectáculo, es Britney Spears.
|
Sin embargo, la industria musical nunca detiene su engranaje y la llamada Princesa del Pop decidió volver al ruedo con Make Me..., un inesperado mid-tempo en compañía del nuevo joven promesa del rap G-Eazy. La canción tomó por sorpresa a todos los que estábamos acostumbrados a verla inaugurar sus discos con un primer sencillo fabricado expresamente para poner a vibrar las discotecas con su ritmo rápido y sonidos electrónicos.
La premisa desgastada de "algo nuevo y sorprendente" parecía retomar sus fundamentos e hizo eco entre los fans, quienes dieron su voto de confianza a la cantante para que llevara sus oídos al éxtasis y callara bocas con una renovada versión de sí misma. Sin embargo, lo que sucedería distaba mucho de ser un inicio feliz, la gloria prometida estaba por desatar un pandemónium sin precedentes.
Si bien es cierto que Britney Spears ya había caído en desgracia ante el público en general, los medios de comunicación e incluso ante su familia (casi perdiendo la custodia legal de sus hijos y teniendo que ser demandada por su propio padre para controlar sus excesos); había un último círculo del infierno que parecía imposible para ella: el rechazo de sus fans.
Luego de haber estado al borde del colapso en 2007, de rapar su cabeza y hacer una polémica presentación en los VMAs, sus seguidores siempre estuvieron apoyándola sin importar qué, incluso años después. Se mantuvieron firmes como el más recio de los ejércitos (no en vano se ganaron el apodo de "B-Army") y nada parecía poder terminar con el idilio de sus admiradores por ella. Nada, excepto la misma Britney.
Britney en su presentación en los VMAs 2016 rodeada de manos oscuras que se apartan ante el resplandor que desprende su figura. ¿Alguien más ve una metáfora aquí? |
Las fotos publicadas en sus redes sociales sólo fueron superadas por los gifs animados que se filtraron días antes del lanzamiento, todo prometía traernos una de las grabaciones más sensuales de la artista en años. Pero al lanzarse finalmente el video oficial, la ira de todos estalló cuando se nos dieron cuatro minutos con cincuenta y cuatro segundos de metraje completamente alejados de lo que se nos había prometido.
Una producción sin mucho sentido y evidentemente terminada con prisas, provocó lo que nunca antes nada pudo: que la rechazasen sus más fervientes admiradores. Incluso se inició una petición en la página change.org que reunió más de quince mil firmas virtuales, pidiendo la versión original del video. Que falte todo en la carrera de Brit, menos el drama de sus seguidores. Aún así, el 26 de agosto de 2016 el noveno álbum de Spears, Glory, se lanzó oficialmente y Oops!... Lo hizo otra vez.
Como si del flautista de Hamelín se tratase, nadie pudo resistirse a las nuevas canciones de la Srta Spears. Y no es para menos, su nuevo trabajo discográfico realmente es algo nuevo en su repertorio, con arreglos que van desde el reggae, en Love Me Down hasta el motown en What You Need, sin dejar de lado el R&B del primer sencillo, Make Me... y obviamente la esencia pop que le dio su título de realeza, el cual resalta en esta obra con canciones como Man On The Moon y Just Luv Me. Todo elegantemente explotado por los registros vocales más frescos y vibrantes que la cantante nos ha brindado en mucho tiempo, haciendo que muchos entusiastas se pregunten, por primera vez en casi diez años, si acaso estamos ante el mejor álbum de Britney Spears.
«Glory es la bienvenida de una verdadera visionaria del pop que nadie pensó que resistiría más allá de su tercer disco,
muchos menos un noveno. ¿Alguna estrella ha tenido tanto éxito en sus regresos como Britney?
Para esta chica, los discos que no son un regreso son la excepción, porque mucha gente ha insistido en descartarla».
¿Lo necesitó? No. Y es aquí donde se nos revela la magia de Miss Spears. Aunque pudo hacer gala de los 20 bailarínes que la acompañan en Las Vegas, aunque pudo hacer un increíble show con luces led o incluso iniciar su presentación desde el espacio sideral, optó por un sencillo montaje de sombras chinas, cuatro bailarinas y su compañero de fórmula G-Eazy en una presentación de cuatro minutos.
Amada u odiada por su sencillez, lo cierto es que la suya fue una de las presentaciones más comentadas de la noche y el despliegue de energía y actitud que tuvo en el escenario fueron suficientes para dejarnos claro que ésta no es la misma chica a la que casi vimos partir en 2007.
Si algo nos queda claro es que Britney Spears es como un fénix que no se cansa de renacer de sus cenizas, y uno que nos cansamos de ver; porque para mal o para bien su nombre es un referente obligado en la cultura pop, un gancho irresistible que siempre nos hará leer los titulares. Vivimos ansiosos por saber cuál será su próximo paso o su siguiente caída, lo que sea no nos será indiferente. En la gloria o la desgracia, siempre será... Britney, bitch!
0 comments:
Publicar un comentario